Felicidad y productividad suelen ir de la mano.
Para CEL-RAS es muy importante el capital humano que lo forma, al fin y al cabo se trata nada menos del engranaje que lo hace funcionar día tras día.
2018 fue un año muy significativo para nosotros pues es el 10ª aniversario de la empresa y eso es para celebrarlo, ¿no creéis?
Ahora, los socios echan la vista atrás y estos 10 años les han pasado volando. El increíblemente agitado ritmo de vida que llevamos en general y los hechos que acontecen a nuestro alrededor hacen que ciertas necesidades que deberían ser básicas en nuestras vidas no sean cubiertas, a no ser que se realice un trabajo interior de toma de consciencia.
A raíz de esta reflexión, nuestro compañero Alejandro Domenech propuso que cada miembro del equipo de CEL-RAS empezara el año con un propósito sencillo a la par que poderoso: respirar.
Alejandro nos dio una charla explicando que respirar no sirve únicamente para no ahogarnos, sino que respirar es también aprender a tomar conciencia de lo que realmente nos hace falta y nos hace feliz.
El no parar y reflexionar sobre qué queremos hace que simplemente sigamos la marcha con nuestro día a día, pasando así las semanas, los meses, los años… la vida; todo ello sin que alcancemos aquellas metas y objetivos que nos habíamos planteado en nuestras vidas.
Y quizás, dentro de todo ese trabajo interior consciente, la clave es empezar a percibir y asimilar que la felicidad no es un agente externo, sino una decisión y una elección interna. En CEL-RAS creemos en ello firmemente, y además estamos convencidos de que la felicidad es la nueva productividad.
Estudios avalan que únicamente el 25% de nuestro éxito profesional depende de nuestros resultados académicos y que un 31% aproximadamente de nuestra productividad depende de nuestra felicidad; de nuestra capacidad para crear y mantener paradigmas y estados mentales positivos. Esto último es ciencia: cuando nos pasan cosas que nos gustan, nuestro sistema de recompensa genera dopamina, considerada el centro del placer ya que regula la motivación y el deseo, ayudándonos por tanto a que, inevitablemente, queramos replicar esas conductas y situaciones favorables. Lo ideal, y lo que debemos hacer, es trabajar de forma consciente para mantener esos estados positivos sin depender de factores externos, de lo que nos pase, con el fin de que no sea pan para hoy y hambre para mañana. Podemos vernos a nosotros mismos como si fuéramos piratas informáticos, tratando de ‘hackear’ nuestro cerebro para que sea más positivo.
¿Cuántos, al final de día, pensáis en lo bueno que os ha sucedido durante la jornada? ¿o recordáis lo que no ha ido tan bien o ha salido mal con el fin de solucionarlo al día siguiente o prevenir que no vuelva a suceder?
La felicidad no es un sentimiento, es una decisión. Bajo esta premisa, Alejandro nos dio unos pequeños pero valiosos consejos que nos gustaría compartir con vosotros, de cómo trabajar de forma consciente para ser un poco más felices cada día, creando esos paradigmas y estados mentales positivos.Lao-Tse, considerado uno de los filósofos más relevantes de la civilización china, dijo algo así como que había que tener cuidado con nuestros pensamientos porque se convertirían en palabras, las palabras se convertirían en acciones, las acciones en hábitos, los hábitos en nuestro carácter y nuestro carácter en nuestro destino.
Al final se trata de respirar, buscar un par de momentos al día para detenernos mientras el mundo sigue su ajetreado ritmo. Respirar y tomar consciencia. Quizás mediante tres sencillos gestos al despertar:
- Dar gracias por algo (por tener familia, por tener un bebé sano que nos despierta de madrugada, por tener trabajo, 2€ para una cerveza, …)
- Preguntarnos qué podemos hacer hoy para que sea un gran día (sonreír a quien te atiende, disfrutar con el trabajo, tomarte ese dulce que tanto te gusta, ir al gimnasio, quedar con un amigo…)
- Regalarnos una auto-afirmación positiva (soy amable, soy honesto, soy buena persona, soy un gran profesional, soy un padre excelente,…)
Y un par más al acostarnos:
- Preguntarnos qué podríamos haber hecho para que el día fuera mejor.
- Pensar en 3 cosas estupendas que pasaron hoy y por las que te sientes agradecido.
Concédete 21 días para probarlo (que es el tiempo necesario para instaurar un hábito) y a ver si notas algún cambio. Siempre estás a tiempo de volver a tu antiguo ‘yo’, aunque si lo pruebas verás que un poquito más feliz sí que te pones y que esa actitud positiva atrae por sí sola cosas buenas (desde un cliente nuevo, a una mayor empatía con algún proveedor, a ser recomendado por un conocido, a una mejora general en todo lo que nos rodea… )
Pensarás que esto no tiene mucho que ver con la arquitectura y los arquitectos pero tiene que ver con todo. La felicidad lo es todo y sólo depende de uno mismo.
¿Tú quieres ser feliz?